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¿Cómo afecta al sector del agua la mayor crisis energética a nivel mundial?

En plena recuperación económica tras la pandemia mundial provocada por la COVID-19, y con un futuro todavía incierto, 2022 se caracterizó por el inicio de una enorme y compleja crisis energética agravada por las restricciones chinas y la invasión rusa de Ucrania. Los precios del gas y del carbón alcanzaron máximos históricos y arrastraron con ellos también a los de la electricidad, que no solo repercute al alza en las facturas energéticas de los hogares, sino que también genera una fuerte presión en los sectores industriales, entre ellos el del agua.

Ya durante la pandemia el sector del agua demostró ser un sector esencial. Su fortaleza, estabilidad y eficacia para adaptarse a situaciones extremas, garantizó la seguridad hídrica de la ciudadanía con el mantenimiento de la calidad del servicio y apoyó a la población más vulnerable a través de diferentes estrategias y mecanismos, pese a una crisis socioeconómica que, sin duda, golpeó con fuerza los cimientos de la sociedad.

Ahora volvemos a estar inmersos en una nueva crisis mundial que pone a prueba la seguridad energética, el papel de la política industrial y la predisposición hacia un cambio enfocado en el Pacto Verde Europeo, en la que el sector del agua vuelve a resistir pese a ser uno de los mayores afectados.

Publicado en iAgua Magazine 43 - Marzo 2023
iAgua Magazine 43

Los impactos del nexo agua-energía

La crisis energética actual no solo afecta al uso directo de la energía, sino también a todos los procesos implicados de manera indirecta que atañen a las materias primas, el transporte o los gastos estructurales. En este sentido, la relación del agua y la energía tiene un enfoque bidireccional: por un lado, el consumo de energía a lo largo de todo el ciclo del agua y, por otro, el consumo de agua necesario para la producción de energía. Esto hace que la energía sea un factor determinante para el acceso a unos servicios de agua y saneamiento con calidad y en cantidad suficientes para la población. “El coste de la energía es uno de los componentes de mayor contribución al precio final de producción y distribución del agua, por tanto, el impacto del incremento que estamos sufriendo se traslada de forma directa a los costes de producción”, dice Fernando Cortabitarte, director del Ciclo del Agua en ACCIONA.

  • Esta nueva crisis que pone a prueba la seguridad energética, el papel de la política industrial y la predisposición hacia un cambio

Los procesos de tratamiento de agua demandan tal cantidad de energía que la actual crisis energética ha impactado de forma notable en los costes de explotación, y cualquiera que sea la etapa del ciclo integral del agua, el consumo energético es el principal factor de coste variable. La depuración de las aguas residuales y la potabilización en lo que se refiere al coste del m3/hora depurado o producido, respectivamente, o la dificultad para ajustar el proceso de las EDAR, ETAP, IDAM e IDAS a las horas más económicas del día, son los aspectos más afectados. Por ejemplo, en el caso de Canal de Isabel II, los procesos asociados a la depuración de aguas residuales representan más de la mitad del consumo eléctrico.

Esta situación hace que las gestoras del ciclo integral del agua se vean atrapadas entre la dramática subida de sus costes —cuyo precio de la energía se ha llegado a triplicar— y una falta de autonomía para aumentar la tarifa del agua, lo que provoca que sean las empresas del sector las que estén soportando el impacto del incremento de costes con una gran incertidumbre sobre su recuperación. “De seguir así corremos el riesgo de abandono de contratos e incluso de quiebra de algunas empresas que actualmente están aportando su know-how, lo que podría tensionar la prestación de un servicio que sin duda es esencial para nuestra sociedad”, augura Ignacio López del Moral, responsable del Segmento agua en Schneider Electric España.

La actual crisis energética ha impactado de forma notable en los costes de explotación de los procesos de tratamiento de agua

A pesar de que existen contratos con fórmulas de revisión de precios que se aplican de forma automática, la mayoría de las empresas de agua no cuentan con ellas, por un lado, debido a la Ley 2/2015, de 30 de marzo, de desindexación de la economía española, cuyo ámbito de aplicación es tanto público como privado, y que establece un régimen basado en que los valores monetarios no sean modificados en virtud de índices de precios o fórmulas que los contengan. Y, por otro, a que la posible revisión de precios es un mecanismo de aprobación demasiado lento y no siempre exitoso.

Cualquiera que sea la etapa del ciclo integral del agua, el consumo energético es el principal factor de coste variable

Otros de los problemas que está generando esta crisis energética y la volatilidad del precio de la energía es la incertidumbre financiera que están soportando las empresas: “Los márgenes empresariales se han reducido drásticamente”, dice Teresa Quiróz Lodoli, directora técnica adjunta en Gestagua. “La competitividad entre empresas se ve directamente afectada, beneficiando especialmente a empresas con mayores recursos técnicos y económicos” y advierte que, aparte del riesgo de quiebra de las empresas al no poder hacer frente a la factura energética, las empresas intentarán minimizar gastos con el consiguiente perjuicio al correcto funcionamiento de los servicios gestionados. “Sin una importante revisión de tarifa vinculada a los costes energéticos, será prácticamente imposible continuar con el desarrollo de los contratos”.

  • Las gestoras de agua se ven atrapadas entre la dramática subida de sus costes y una falta de autonomía para aumentar la tarifa

Las opciones del sector del agua

El sector del agua se caracteriza por dar más de lo que recibe. El acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano y, como tal, sus servicios se consideran esenciales para la población, así que este siempre ha estado dispuesto a dar un paso adelante ante cualquier crisis y demostrar, una vez más, su fortaleza frente a las adversidades con la continuidad del servicio.

Sin embargo, no todo está en sus manos. Ante una situación excepcional como la que se vive, se han de tomar medidas excepcionales, empezando por impulsar una planificación más exhaustiva de la gestión energética en general, y en el sector del agua, en particular. Esto pasa, según Ignacio López del Moral, por revisar la situación actual de las infraestructuras y equipamientos, establecer un plan integral de acción que permita reducir la demanda energética y garantice el acceso al mejor coste, a la vez que se reduce la huella de carbono: “Nosotros englobamos estas acciones dentro de nuestra estrategia global de sostenibilidad que ya estamos aplicando en nuestras instalaciones y a los clientes que quieren contar con nuestra ayuda como partner en Sostenibilidad”. Y es que una pequeña inversión en la fase de diseño de las infraestructuras, puede suponer un ahorro significativo durante todo su ciclo de vida, ya no solo en términos de costes, también en lo que se refiere a la eficiencia hídrica y energética.

El sector del agua siempre ha estado dispuesto a dar un paso adelante ante cualquier crisis y demostrar, una vez más, su fortaleza

La otra medida excepcional hace referencia a la tarifa del agua y los costes de los servicios: “Las tarifas de agua y los costes de prestación de los servicios deberían asumir los costes reales de producción, pero hay un componente político que no podemos obviar”, indica Fernando Cortabitarte. “Actualmente, la mayoría de los contratos están desequilibrados debido a que los costes reales no se han podido repercutir. Si los elevados costes energéticos siguen en vigor y sin poder repercutirse, el desequilibrio irá aumentando”.

La gestión de los servicios de agua supone un elevado coste energético que el sector ha tratado de paliar gracias al desarrollo tecnológico

Esto podría derivar en situaciones insostenibles para las gestoras de agua desde el punto de vista económico, de manera que, “a corto plazo, se debería facilitar que los contratos sin revisión de precios puedan repercutir el sobrecoste excepcional y, a medio plazo, establecer mecanismos ágiles y rigurosos para que las tarifas del agua recojan el coste real de prestación de los servicios”.

Desde Gestagua, Teresa Quiróz Lodoli pide “una tarifa especial para consumidores cuya cifra de negocio sea directamente proporcional al consumo de energía en el desarrollo de sus funciones”, así como “subvenciones que mejoren la eficiencia energética de los equipos existentes o en su caso la renovación y bajar el coste por los derechos de emisiones de CO2”.

El futuro: la apuesta por las energías limpias

La gestión de los servicios de agua supone un elevado coste energético que el sector ha tratado de paliar gracias al desarrollo tecnológico y la implantación de la digitalización bajo el paraguas de la sostenibilidad y la tan necesaria transición energética.

En este sentido, en los últimos años se ha ido dotando de instalaciones para la generación de energía eléctrica a través de procesos sinérgicos con la gestión del agua, como es la utilización de las energías renovables para la producción y distribución de la misma, así como la producción de biogás e hidrógeno verde en las plantas de tratamiento de aguas residuales.

Según el XVII Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento (AEAS-AGA), el sector del agua en España está experimentando un avance significativo en relación con la estrategia europea sobre transición energética. La generación de energía verde y renovable por parte de los servicios de agua urbana se sitúa en torno a los 787 GWh/año, cifra equivalente a suministrar energía eléctrica durante un año a una población de unos 580.000 habitantes. Asimismo, un 80% de los operadores de agua cuenta con dispositivos de aprovechamiento energético, que se produce en su mayoría a través del biogás en las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) y en el potencial hidroeléctrico de los caudales de agua empleados.

En definitiva, la madurez tecnológica para la producción de energía limpia, sumada al consumo eléctrico de cada una de las etapas del ciclo integral del agua, convierten a las energías renovables en la pieza clave para cubrir la demanda eléctrica del sector del agua y reducir tanto los costes de producción como la huella de carbono.