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El boicot a la fresa de Huelva no es la solución para Doñana

Sobre el blog

Marta Santafé
Consultora especialista en Medio Ambiente, Sector del Agua y Planificación Hidrológica | Directiva Marco del Agua (DMA) | Gestión de sequías e inundaciones | Promotora ODS y Agenda 2030 | LinkedIn Top Voice Sostenibilidad 2022

Temas

  • boicot fresa Huelva no es solución Doñana
Quisiera aportar mi punto de vista ante el revuelo mediático que ha suscitado la petición de boicot a la fresa procedente de Huelva hecha por la plataforma ciudadana de Alemania Campact!, mediante la consigna: “¡Parar el robo de agua para producir fresas baratas!”. 

Desde hace unos días dicha plataforma está recogiendo firmas a través de Internet para que los grandes supermercados germanos no ofrezcan en sus estanterías las fresas de Huelva. Se trata de una campaña a la que ya se han sumado más de 140.000 ciudadanos que piden a los principales supermercados alemanes, Edeka, Lidl, Rewe y Aldi, que dejen de vender las que llaman “fresas de la sequía” procedentes de España.

Su argumento es que el agua con la que se riegan estos cultivos provienen de agua de origen “ilegal” cuya extracción sin control está provocando que el Parque Nacional de Doñana se esté secando.

La campaña ha tenido una enorme repercusión mediática que ha traspasado fronteras, hasta el punto de que Alemania ha enviado a una comisión de parlamentarios para conocer in situ el asunto

En mi opinión, el boicot no puede justificarse, puesto que se parte de la premisa de que todas las fresas que se exportan a Alemania desde Huelva están regadas con agua “ilegal”. No se puede meter en el mismo saco a todas las empresas productoras de fresas por el mero hecho de localizarse en un determinado territorio.

Además, es una postura totalmente hipócrita, ¿desde cuándo nos interesa el origen del agua con la que se riega lo que compramos?, ¿y el tema de los derechos de los trabajadores?, ¿y si se le está pagando un precio justo al agricultor?, ¿y si están abusando del uso de pesticidas?. Resulta, cuanto menos, sospechoso.

Entonces, ¿qué es lo que está fallando?. Aparte de la pésima gestión que se está haciendo del Parque Nacional de Doñana (ya lo traté en un post anterior), creo que el sistema de etiquetado actual de los productos no ayuda, si las cosas fueran de otra manera todo sería mucho más fácil y menos “manipulable”.

El etiquetado de productos tiene principalmente una función: informar al consumidor de ciertas características importantes del producto. Es decir, facilitar la decisión de compra según el criterio o el gusto de esa persona. Este etiquetado debe ser legible, comprensible y fácilmente visible.

¿Qué debería contener un etiquetado para que pudiéramos hacer una elección consciente e informada de un producto? Pues tendría que contener información sencilla tanto sobre aspectos ambientales como sociales relativos al producto. 

Pero la realidad es que existen tal cantidad de sellos certificados y sellos de greenwashing que, en lugar de facilitar un consumo consciente, hace que muchas personas se pierdan entre tanto dato y se desanime a la hora de interpretar la información que contiene el producto.

Propongo como solución un etiquetado "ecosocial" sencillo, universal e intuitivo a base de códigos de colores

El etiquetado podría incluir, al menos, la siguiente información para el caso de las fresas o cualquier otro producto agrícola:

  • Agua: origen y legalidad.
  • Responsabilidad social: comercio justo.
  • Aspectos ambientales: indicar el uso de materiales tanto de la cadena de producción como del envasado.
  • Huella de carbono.
  • Cualquier otra información que pueda ser relevante.
Si dispusiéramos de un etiquetado similar para las fresas de Huelva, podríamos verificar el origen del agua y, por tanto, tener nuestro propio criterio para comprarlas o no. Ahora mismo sólo disponemos de las palabras de los agricultores frente a los que han promovido la campaña y que señalan con el dedo a esta zona de España diciendo que el agua que están usando para regar las fresas está secando Doñana.

De todo este asunto, haciendo una lectura positiva, me quedo con dos cosas:

  1. Gracias a este anuncio de boicot se ha puesto en primera línea el interés que existe por conocer el origen del agua que se utiliza para el cultivo, en este caso de la fresa. Es una excelente oportunidad que deberíamos de aprovechar para pensar de qué manera podríamos incorporar esta información al etiquetado. Tenemos que ser capaces de mostrar quién está haciendo las cosas bien y quién las hace al margen de la legalidad. Ayudemos a quien lo está haciendo bien para que lo visibilice y lo pueda mostrar al consumidor. Un sello de garantía del origen del agua puede ser una excelente tarjeta de presentación e información importante para los consumidores.
  2. Es evidente el enorme poder que tenemos como consumidores. Estoy convencida de que la única manera de cambiar el sistema productivo es que nosotros, como consumidores conscientes, presionemos con nuestros hábitos de compra para que los productos cumplan una serie de requisitos. La capacidad del consumidor de decidir si lo que compra responde a criterios ambientales y sociales y, en consecuencia, decide comprar o no comprar interviniendo en el mercado. 

Sin duda el caso de “las fresas de Doñana”, nos invita a la reflexión. Aprovechemos esta oportunidad para repensar el modelo productivo actual y el papel que el agua juega en todo esto

Seamos consumidores conscientes, pero para poder tomar decisiones con criterio necesitamos disponer de información clara, sencilla y veraz. Nadie va a devolver agua a Doñana haciendo un boicot. El boicot no es la solución, pero es un aviso para que hagamos las cosas bien. Presionemos exigiendo información sobre los productos, pero no matemos moscas a cañonazos porque la economía de muchas familias está en juego.

Pongámonos a trabajar juntos y ayudemos a aquellos que hacen las cosas bien, todos saldremos ganando y la “marca España” se verá fortalecida. El propio consumidor expulsará del mercado a aquellos que no rindan cuentas. La reputación como país está en juego. No al boicot, sí a la fresa legal.